De regreso de la cueva de los coyotes (Prepa 6), escuchaba la entrevista radiofónica que Joaquín López Doriga hacia a Javier Hernández alias, el Chicharito. Después de sus dos logrados goles ayer para la victoria del ManU sobre el Stoke City, se ha desatado una chicharesca fiebre, que para un desconocedor de futbol como yo, resulto un muy merecido alago para ese leguminoso jugador.
Después de escuchar la carta leída por Héctor Moreno, quien creí entender que se intentaba expresar en algo parecido al español, o que fue una lectura peor que un niño de primero de primaria, aunada al desempeño del futbol naconal, perdí toda esperanza de ver algún día un buen partido equiparable al futbol europeo. Esperanza que esfumo se más después del pésimo clásico de ayer domingo.
Alegrías varias fueron escuchar al Chicharito en su entrevista, pues primero, su manera de expresarse daba señales de estudios por lo menos de nivel medio; segundo, sus respuestas resaltaban su vocación hacia su trabajo; y tercero, daba cuenta de los menesteres necesarios para poder ser bueno, no solo en el deporte, sino en todo lo que uno se proponga hacer en esta vida.
Muy gustoso de ver que hay un joven deportista que está triunfando en su trinchera y mejor aun saber la forma en la que lo hace. No es el único atleta mexicano que se esfuerza de tal manera, pero es cierto que el número que lo hace de esa forma de es uno mayoritario.
Ojala y el Chicharito y su modelo de trabajo sean motivo de réplica en las nuevas generaciones futboleras y atléticas del país, para así poder cambiar el adjetivo de naconal al de nacional. 
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